Felicitaciones por hacerme llorar.
Miserable, cobarde, imbécil, pusilánime,
imposible.
Hablo de mí, eh.
Estoy cansada. No puedo creer que volví
a mis épocas de llorar hecha un bollo en el sillón, de no comer, de no querer
hacer nada.
Me hiciste sentir…pero yo no quería.
Quería sentir, pero no así.
Por favor, sáquenme esto de adentro.
Sáquenme esta opresión del pecho que no me deja respirar, sáquenme esto que no
sé cómo se maneja, déjenme tranquila. ¿O no se acuerdan lo que pasó la última
vez que sentí? No quiero, no quiero, déjenme sola.
No, no quiero estar sola. No es ése el
punto. El punto es que para sufrir ya tengo bastante y no necesitaba tu ayuda.
No necesito que me recuerden lo insuficiente, lo fea, lo no deseable que soy.
Para eso estoy yo, gracias. Necesito otra clase de estímulos.
Pero déjenme sola. Déjenme que me pudra,
que me apague, que me marchite sola, pero sin dolor. No quiero más dolor, ya
fue suficiente. Una cicatriz en la muñeca que solo yo puedo ver es suficiente,
no quiero revivirla. Un mes en el infierno que nadie puede comprender fue más
que suficiente, no quiero volver ahí. Por favor, no permitan que me vuelvan a
llevar ahí, antes que eso prefiero desaparecer, convertirme en helecho, hacerme
monja.
Arrancame el corazón que no sé si tengo,
pero no me lo rompas. Prefiero un agujero negro y no los pedazos que no
encajan.
Estoy atrapada en un círculo vicioso de
subidas y bajadas, de adrenalina, serotonina y dopamina que desaparecen de un
momento a otro dejándome con abstinencia. No, ya sé que lo que me pasa no es químico,
pero, si en parte no lo fuese, ¿por qué te medicarían con químicos? ¿No te
deberían recetar, no sé, un viaje? ¿Un perro? ¿Hacer amigos? ¿Comer helado?
Atrapada en una vida que no elegí, que
no quería, que no pedí. Atrapada porque todas mis decisiones me llevan de
vuelta al punto de salida. Como en un perverso y real juego, como si fuese
Bandersnatch, termino siempre tomando el peor camino, termino presa de mis
decisiones y de mis omisiones, presa de estas putas emociones que no puedo
manejar porque no termino de sentir. Basta, no puedo vivir así.
Atrapada en esta identidad de mierda que
no me deja ser libre, que no me permite abrirme a cosas nuevas, que no me deja
elegir. Elige ella, no elijo yo. Y ella elige mal.
Ella eligió a quien no me elige. No
podría decir que me sorprende, siempre pasa lo mismo.
Pero esta vez he tenido suficiente.
Mi cansancio no es físico, es mental,
emocional, espiritual. Estoy cansada de este mundo tan difícil, cansada de las
relaciones humanas que no dejan de decepcionarme, cansada de tanto dolor. Es
como si solo pudiese escribir de mi dolor, de mi sufrimiento. No hay felicidad
en mi escritura, hay oscuridad, veneno, amargura, sangre. No puedo escribir
cosas felices: no me sale. Y no las tengo.
No, no entendés. No sabés. No podés
comprender. No comprendés hasta que ves la sangre, o sentís la piel quemada, o
te dejás las uñas marcadas. No sabés hasta que el dolor físico calma el
emocional, hasta que tu último recurso es dolor para combatir el dolor. No, no
lo pueden entender, discúlpenme. Podrán saber mucho pero no podrán entender las
cicatrices…y no hablo solamente de las que se ven.
Cómo explicar lo que significa cuando
jamás sentiste vacío semejante. No podría. No hay palabras que describan la
nada. Lo que no existe no se puede describir, no es tangible, no se puede
representar. El mareo de lo insimbolizable.
Y como no comprenden, no valoran, no
cuidan, no piensan. No se preguntan las cosas dos veces, no dimensionan ni se
cuestionan por qué una es como es, por qué hace lo que hace, las consecuencias
de las cosas.
No necesito niñeros, no necesito
enfermeros, no necesito un guardaespaldas. Necesito que la gente deje de ser
tan egoísta y tenga responsabilidad emocional. Y no me refiero a potenciales
parejas solamente. Las amistades necesitan mucha responsabilidad emocional. Y
muchas no tienen ni la suficiente para entender por qué las sacaste de tu vida.
Porque el desamor no es sólo ausencia,
es destrato, agresividad, histeria. Es hablarte cuando te necesitan (a las seis
de la mañana, muy coherente), es borrarse cuando pinta, es no comprender un
límite. Son veneno para el alma, una inyección de cianuro directo al corazón.
Mi psicóloga dice que soy dadora
universal, que dono para todos y pocos pueden donar para mí. Que no sé decir
que no. Que siempre estoy disponible aunque nadie esté disponible para mí, que
sigo dando a pesar del dolor, que pienso más en los demás que en mí misma.
Y no puedo cortar ese círculo vicioso de
dar y dar y dar que me consume la energía, que me deja más sola que nunca. Hay
gente a la que no puedo decirle que no. Y después me sorprendo cuando me
regalan espinas en vez de rosas.
Y podría seguir así toda la vida hasta
que me chupen el alma y me dejen seca.
Voy a seguir así porque no aprendo y mi aparente generosidad no frena ni
aunque me ponga en riesgo de vida. Como antes, como siempre.
Quisiera decir que esto que estoy
escribiendo es decir basta, pero no voy a mentirme ni a mentirles. No puedo
decir basta, no puedo decirle que no, es demasiado pedir.
Seguiré sintiendo, doliendo, escribiendo
cosas sin sentido. Seguiré siendo la no elegida, la deprimida, la apática.
Pero ya no quiero mentir. No me obliguen
a poner la otra mejilla, no me obliguen a fingir que todo está bien, a sonreír,
a postear fotos donde se me vea bomba, a proyectar una imagen que no soy.
No puedo prometer que vaya a decir que
no.
Pero puedo prometer que no voy a seguir
mintiendo.
No tengo por qué avergonzarme de lo que
soy, de lo que siento, de mi tristeza, de mi dolor. No tengo por qué ocultar
que no estoy bien, que siento vacío, que hay cosas que no voy a poder superar
nunca. No es algo que ocultar. No tengo que mentir.
No tengo que agachar la cabeza por no
ser neurotípica.
¿Sabés qué? Gracias por hacerme llorar.
Significa que estoy viva. Me viene bien
que me lo recuerden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario