18.4.20

De cuarentenas y palimpsestos


Ayer, hoy, mañana. Repetir. Ayer, hoy, mañana.
Los encierros no son nunca el primer encierro: todos los encierros son el primer encierro.
Mi primer encierro.
Ayer, hoy, mañana.

En todos los encierros, en el primer encierro, faltan las mismas cosas. Existen las mismas cosas.
Tanto dolor por todos lados y tan pocos lugares donde esconderse.
Más ausencias que concreciones, más lugares vacíos de los que puedo tocar, de los que quisiera sentir.
¿Dónde está lo que nunca tuve?
Quiero correr, buscar, encontrar, y sólo hay niebla.
No quiero estar acá, pero tampoco quiero estar en ningún lado.
No me gusta estar en silencio, pero me quedé sin voz.

Hora 45 del día 350 de febrero.
Sueño con el pasado feliz, con la consciencia de que está perdido. Lo miro como una película de final cliché: yo sé que esos son actores, yo sé que la vida no es así, pero me dejo encantar por el amor idílico y los abrazos de ausencia. Estoy abrazando una nube en plena cuarentena, cortando la tristeza de hoy con la felicidad de ayer.
Y en el sueño van y vienen, van y vienen, y de repente vamos y venimos, y ya no es el ayer perdido sino el ayer condicional, el que no fue. Y son ellos, pero somos nosotros, y ya no puedo mirar, tengo que ir y venir, ir y venir, tengo que ser, y ya no quiero ser, no quiero sentir, no quiero rozar el palimpsesto del sueño con los dedos porque lo voy a arruinar, se va a desgarrar su felicidad precaria.
Yo sólo quiero mirar.

Existís solo en mi cabeza, donde sentís más y dolés menos, y yo soy más linda y menos desbordada. Menos intimidante. Más normal. Menos no, y más sí.
Qué lindo sería sólo existir en mi cabeza.
¿Existiré sólo en la cabeza de alguien? ¿Seré un mal sueño? Quisiera poder despertar a mi soñador y desaparecer como se borra una pesadilla. Dejar sólo una sensación. Boom, me fui, no estoy.
Existir sólo en las noches de delirio cuando sale a jugar lo reprimido, lo que no debe ser.
Quizás lo que hoy soy no debiera ser.
No sé qué debo ser.

Y entonces no soy.
Respirar, existir, trabajar, eso no es ser.
Reducir el sujeto a la mínima expresión para sobrevivir.
Despertar, trabajar, dormir. Repetir. Despertar, trabajar, dormir.
Y al dormir, soñar.

Te sueño en todas las felicidades precarias donde sos todos y ninguno. Pura condensación y puro deslizamiento, acabás de alcanzar tu verdadero estado de palimpsesto.
Sólo que nunca te dije que eras un palimpsesto.
Desearía haberte dicho que eras un palimpsesto.
Y contengo el dolor en una caja minúscula donde guardo el collar de perlas de lo que no dije, y el veneno de lo que pude escupir, y las cosas que no puedo llorar. Donde también está lo que solía ser, y los duelos que dejé a medio terminar, y las cosas que soñé hace años con las que soñé ahora, porque ningunas fueron.
Donde solía haber una promesa: ahí.
Ahora existís sólo en mi cabeza, ahora el palimpsesto lo escribo yo.