Ayer, hoy, mañana. Repetir. Ayer, hoy, mañana.
Los encierros no son nunca el primer
encierro: todos los encierros son el primer encierro.
Mi primer encierro.
Ayer, hoy, mañana.
En todos los encierros, en el primer
encierro, faltan las mismas cosas. Existen las mismas cosas.
Tanto dolor por todos lados y tan pocos
lugares donde esconderse.
Más ausencias que concreciones, más
lugares vacíos de los que puedo tocar, de los que quisiera sentir.
¿Dónde está lo que nunca tuve?
Quiero correr, buscar, encontrar, y sólo
hay niebla.
No quiero estar acá, pero tampoco quiero
estar en ningún lado.
No me gusta estar en silencio, pero me
quedé sin voz.
Hora 45 del día 350 de febrero.
Sueño con el pasado feliz, con la consciencia
de que está perdido. Lo miro como una película de final cliché: yo sé que esos
son actores, yo sé que la vida no es así, pero me dejo encantar por el amor
idílico y los abrazos de ausencia. Estoy abrazando una nube en plena
cuarentena, cortando la tristeza de hoy con la felicidad de ayer.
Y en el sueño van y vienen, van y vienen, y
de repente vamos y venimos, y ya no es el ayer perdido sino el ayer condicional,
el que no fue. Y son ellos, pero somos nosotros, y ya no puedo mirar, tengo que
ir y venir, ir y venir, tengo que ser, y ya no quiero ser, no quiero sentir, no
quiero rozar el palimpsesto del sueño con los dedos porque lo voy a arruinar, se
va a desgarrar su felicidad precaria.
Yo sólo quiero mirar.
Existís solo en mi cabeza, donde sentís más
y dolés menos, y yo soy más linda y menos desbordada. Menos intimidante. Más
normal. Menos no, y más sí.
Qué lindo sería sólo existir en mi cabeza.
¿Existiré sólo en la cabeza de alguien?
¿Seré un mal sueño? Quisiera poder despertar a mi soñador y desaparecer como se
borra una pesadilla. Dejar sólo una sensación. Boom, me fui, no estoy.
Existir sólo en las noches de delirio cuando
sale a jugar lo reprimido, lo que no debe ser.
Quizás lo que hoy soy no debiera ser.
No sé qué debo ser.
Y entonces no soy.
Respirar, existir, trabajar, eso no es
ser.
Reducir el sujeto a la mínima expresión
para sobrevivir.
Despertar, trabajar, dormir. Repetir.
Despertar, trabajar, dormir.
Y al dormir, soñar.
Te sueño en todas las felicidades
precarias donde sos todos y ninguno. Pura condensación y puro deslizamiento, acabás
de alcanzar tu verdadero estado de palimpsesto.
Sólo que nunca te dije que eras un
palimpsesto.
Desearía haberte dicho que eras un
palimpsesto.
Y contengo el dolor en una caja minúscula
donde guardo el collar de perlas de lo que no dije, y el veneno de lo que pude
escupir, y las cosas que no puedo llorar. Donde también está lo que solía ser,
y los duelos que dejé a medio terminar, y las cosas que soñé hace años con las
que soñé ahora, porque ningunas fueron.
Donde solía haber una promesa: ahí.
Ahora existís sólo en mi cabeza, ahora el
palimpsesto lo escribo yo.