Aclaración pertinente sobre el texto: fue escrito para ser dicho en el acto de hoy de la Asociación de Veteranos de Guerra de Luján, por lo que algunas formas corresponden más bien a la oralidad, y existen referencias al espacio circundante. Dicho esto, espero que les sea útil el texto, o adecuado, o informativo, o reflexivo, o lo que quieran agregarle. Importa y mucho que lo que es una reflexión salió de adentro...
Mapa de las islas con sus nombres criollos |
Como todos sabemos, el dos de abril es
una fecha clave dentro de la causa Malvinas, en la que podemos poner en relieve
y reflexionar más profundamente sobre ella, aunque tenemos que tenerla presente
todo el año. Y esa reflexión nos lleva a querer saber en qué situación está la
causa Malvinas hoy, a 32 años de la locura cometida por la dictadura militar, a
repensar cuáles son los caminos que estamos transitando hacia la recuperación
de nuestras islas.
A nivel nacional, Malvinas es un caso
muy arraigado en el pueblo, que va más allá de los hechos de 1982: tiene un
antes y un después de esa fecha, y tiene un hoy. Nuestra Constitución y algunas
leyes reconocen a las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y sus
espacios marítimos adyacentes como parte indivisible e indiscutible de nuestro
territorio, y ratifican nuestra legítima e imprescriptible soberanía sobre
todas ellas.
A nivel internacional en los últimos
años hemos acompañado las disposiciones legales internas con acciones
diplomáticas continuas en pos de obtener lo que nos corresponde por derecho.
Reclamos ante diferentes órganos de las Naciones Unidas y otros organismos,
reuniones con mandatarios y funcionarios, intentos de mediaciones bilaterales y
demás caracterizan la insistencia argentina. ¿Y con qué nos encontramos
siempre? Con un muro de silencio y desprecio británico. Los ingleses ignoran
toda acción llevada a cabo por vía diplomática: responden de manera evasiva o
con burlas, se niegan a dialogar, violan las disposiciones de los organismos
multilaterales internacionales, roban recursos de las Islas, profanan lugares
solemnes argentinos (por ejemplo el acto de vandalismo que sufrió la Virgen de
Luján en el cementerio de Malvinas), e incluso efectuaron un rearme que incluyó
submarinos nucleares (prohibidos por tratados internacionales multilaterales) y
armas de gran porte destructivo en las cercanías de Malvinas, alegando
“maniobras rutinarias de práctica”.
Las vías diplomáticas parecen trabadas,
tanto en el plano multilateral como en el bilateral, por más voluntad que
nuestro país demuestre. Y sin embargo, no nos hemos quedado sin posibilidades.
A partir de la explotación ilegal de
petróleo y gas que comenzaron empresas británicas en el Atlántico Sur, que
viola nuestros derechos y también disposiciones de las Naciones Unidas,
Argentina se vio obligada a tomar medidas un poco más drásticas. Desde el 2010
hasta la actualidad hemos llevado a cabo un bloqueo económico a nivel
latinoamericano y caribeño que afecta a las Islas. Ante la oferta británica de
que participen empresas argentinas (pero sin que ellos dejen de explotar los
recursos que no les corresponden), el gobierno anunció sanciones económicas
para toda empresa que opere tanto en Argentina como en las Islas, por ser
cómplices del robo inglés. A raíz de este bloqueo es que Gran Bretaña lleva a
cabo su rearme y militarización insular, como si quisieran disuadir al gobierno
argentino de las medidas exhibiendo su poder militar, para poder continuar con
la persecución de sus intereses económicos y estratégicos (en sintonía con la
OTAN, que ve la región como una base potencial).
Varios hermanos latinoamericanos
realizaron también el bloqueo, como Brasil y Uruguay, demostrando que no
estamos solos en esta lucha. Otros apoyos importantísimos en la escena
internacional son el ALBA, la CELAC, la OEA, la UNASUR y el MERCOSUR, la
Internacional Socialista, el G-77, la Unión Africana, Italia, China, Nicaragua,
y muchos otros. Día a día se van sumando más, a medida que se comprenden las
intenciones inglesas.
En el marco del bloqueo y el intercambio
de declaraciones de ambas partes, Argentina presentó un petitorio ante la
Comisión de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, para ampliar su
plataforma continental de las 200 millas habituales a 350, con lo cual la zona
usurpada del Atlántico Sur quedaría protegida oficialmente dentro de nuestra
plataforma. El Reino Unido ha tenido el descaro de presentar el mismo
petitorio. Hasta ahora no hubo respuestas por parte de la Comisión, aunque
tengo esperanzas de que el resultado contemple los derechos argentinos y su
integridad territorial, pudiendo ser un avance importantísimo en esta cuestión.
Ante tanta insistencia y presión del
grupo latinoamericano, Gran Bretaña impulsó la realización de un referéndum
entre los habitantes de Malvinas para escuchar “el derecho de libre
determinación de los pueblos”. Como era obvio, el resultado fue en un 98,8% por
el sí. ¿Por qué digo que el resultado era obvio? Porque, fundamentalmente, la
población que habita nuestras Islas fue conformada artificialmente, es decir,
que las primeras generaciones fueron súbditos ingleses que vinieron a vivir
allí; fueron ingleses toda su vida, y les inculcaron a sus hijos y nietos que
ellos también lo eran. La votación pierde validez en este marco; es como si
vinieran a preguntarnos a todos nosotros si queremos ser argentinos. Yo
respondería que lo fui toda mi vida y quiero seguir siéndolo siempre…
Para nuestro país y en términos legales,
al ser esos territorios nuestros, sus habitantes son ciudadanos argentinos de
pleno derecho, derechos que son y serán reconocidos por nosotros (lo que una
vez más demuestra nuestra buena voluntad al lado de la indiferencia inglesa).
Sin embargo, el mundo se maneja últimamente con un doble estándar en esta
cuestión: el referéndum de Malvinas les pareció excelente, pero el referéndum
por la anexión de Crimea (que es una situación muy similar que ha explotado en
estas semanas) fue un escándalo. Si a Ucrania se le reconoce su integridad
territorial, entonces a Argentina debería también reconocérsele la suya. Las
Islas son argentinas, y ningún súbdito inglés podrá convencernos de lo
contrario, aunque esgrima un referéndum como argumento.
En resumen, la situación que se plantea
hoy es compleja, pero no imposible. Seguiremos defendiendo nuestra causa por la
vía diplomática y por la vía económica, contando con el apoyo de países que
repudian el colonialismo imperial británico, inconcebible en pleno siglo XXI;
entre esos países se cuentan nuestros hermanos latinoamericanos, con la firme
convicción de que una integración regional profunda es una herramienta para
salir adelante. Si las Naciones Unidas no pueden hacer más que recomendar el
diálogo (puesto que Inglaterra veta el tratamiento del tema en el Consejo de
Seguridad), buscaremos otros organismos alternativos para extender nuestro reclamo.
¿Podemos hacer algo nosotros, ciudadanos
comunes, estudiantes, trabajadores, mamás, papás? Sí, podemos. Malvinas es una
cuestión de soberanía nacional, y la soberanía se construye con esfuerzo, entre
todos, todos los días, porque es el derecho que tenemos de elegir nuestros
gobernantes, nuestras leyes, y de que se respete nuestro territorio en toda su
extensión. Entonces, podemos ser soberanos si votamos con consciencia, si
conocemos y respetamos las leyes, si debatimos, si respetamos y cuidamos nuestro
territorio. Pero también podemos ser soberanos en pos de una mejor sociedad: si
nos respetamos, si aceptamos la pluralidad de opiniones en una democracia, si
somos solidarios entre nosotros y fomentamos la fraternidad en lugar de la
violencia. Amemos nuestro país y seremos soberanos.
Y para terminar los invito a que miren
atrás mío, al mural que con tanto esfuerzo hicieron los ex combatientes. Sería fácil ponerle dos fechas a ese mural: la fecha en que tomaron las islas, y la fecha en que
un dictador cometió una irracionalidad. Yo tengo la esperanza de que vamos a
poder agregar una tercera fecha algún día: la fecha en que recuperemos nuestras
Islas, por la vía de la paz, porque con violencia no ganamos nada sino destruir
familias y hacer que la gente sufra. Y ese día va a ser una verdadera fiesta de
la patria y la soberanía argentinas. Honremos a nuestros caídos, y amemos a
nuestro país. ¡Viva la patria!
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