The moment where
the “what might be's”
Turn into “might have been's”
Turn into “might have been's”
Some other me- If/Then
Bienvenida de nuevo al punto de partida.
Era cuestión de tiempo, ¿no?
Yo creo que sí, que lo sabías. También
lo sabía yo, lo sabíamos las dos. Pero igual saltaste al vacío pensando que
capaz zafabas.
Y no.
Pero yo te dije que esta vez iba a ser
peor, que la cachetada iba a ser definitiva y casi insoportable. Te dije, te
dije una y mil veces y jamás quisiste escuchar. Porque sos ciega, sos sorda,
sos imposible. Y mírate ahora, das pena.
Me gustaría decirte que te lo merecés
pero resulta que es un problema mío también y estoy cansada de tus malas
decisiones, de tu pendejada, de tu imbecilidad. Me tenés cansada y te (nos)
quise eliminar y ya ves, que haya fallado no cambia las cosas. Seguimos estando
en pie de guerra con el mundo y vos no te das cuenta que no podés pedir tanto,
nena.
¿Qué te hace pensar que te dirían que
sí? ¿Cuándo te dijeron que sí?
Nunca te van a decir que sí.
Este es el momento en que todas esas
posibilidades se transforman en el veneno de lo no resuelto, en la hiel que te
cierra la garganta, en una fantasía amarga que te carcome por dentro.
Ahora yo tengo que hacerme cargo y
cerrar todas esas puertas que abriste cuando no estabas lista, cuando no
estábamos listas. Nunca estaremos listas.
El mundo nunca te pidió y no hay razones
para que te abras a él. Hasta cada vez que interactuás recibís poco feedback, sos
como un fantasma, una cosa que no influye en la vida de nadie porque a nadie le
importás.
¿No ves que nadie nunca tiene interés en
lo que tengas para decir? ¿No ves que nadie toma lo que decís como ejemplo? ¿No
ves que nunca sos relevante?
No tenés razón de ser en el mundo y el
mundo no tiene por qué saber de vos.
No tenés razón para exponer lo que a
nadie le importa.
No tenés razón. No tenés nada.
Nunca vas a tener razón, nunca vas a
tener nada.
Nunca te van a decir que sí.
Yo te lo dije desde un principio, que no
te metieras donde no te llamaban, que no hicieras lo imposible, que no
pretendieras ser lo que no serás nunca.
Objeto de deseo, se me ríen las tetas,
se me ríe el desgano, se me ríe el agujero en el medio del pecho y se me ríe la
Parca al lado mío.
¿No ves que pasa siempre lo mismo, no
ves el patrón? Tarde o temprano la gente se cansa de vos porque no sos especial
y no sos suficiente. Tarde o temprano aparece alguien mil veces mejor, alguien
más interesante, alguien inmensamente mejor, alguien con muchísima más belleza
(bueno, eso difícil no es). Tarde o temprano se rompe el hechizo, la imagen de
mujer se rompe y aparecés vos, adefesio. Un pobre monstruo mal terminado, un
remedo de Golem sin poder.
A los Golems les dicen qué hacer, no les
dan oportunidades, no los dejan crecer, no les dan amor.
Nunca nadie abrazaría un Golem, nadie le
daría voluntad propia, nadie querría poner a un Golem como su igual.
Nunca vas a dejar de ser un Golem mal
hecho.
Nunca te van a decir que sí.
Y que te abras una vena no le soluciona
nada a nadie. Quién te dice y terminás reencarnando en una planta de marihuana.
Macho, obvio, para reafirmar que sos una criatura inútil que nunca tuvo el
poder de hacer feliz a nadie. Ni siquiera a sí misma, ni una vez.
No me parece la solución. Ya lo
intentamos y no nos salió bien. O capaz sí y esto es el limbo, el inmundo
limbo, el purgatorio donde pagás por tu existencia inútil, por haber gastado
oxígeno al pedo.
Criatura monstruosa, criatura
irrelevante, criatura inútil.
Entonces abrirse una vena no, qué tanto.
Y eso de andar marcándote con fuego
tampoco serviría de mucho. Antes era para cortar el llanto pero ahora no tenés
ni llanto, tan inútil sos que no sabés ni llorar siquiera. Criatura idiota,
hasta un bebé sabe llorar, ¡y vos no sos capaz de dejar caer ni un puto par de
lágrimas!
Quién te querría, criatura. Quién podría
decirte que sí.
Nunca te van a decir que sí.
Y vos fuiste, como siempre, a elegir lo
más difícil.
¡Mirá dónde fuiste a posar esos ojos
tristes, amiga!
Y yo te lo dije, cuidate, cuidanos, hacé
algo, no, mejor no, mejor no hagas nada, escondete, escondete abajo de la mesa,
no contestes, desaparecé, ignoralo, cuidate, cuidanos, esto sale mal sí o sí.
Y te lo dije porque lo sabía, sabía que
iba a terminar mal, que vos ibas a terminar mal y yo por ende barriendo los
platos rotos.
¿Que cómo lo sabía? Es fácil. ¿No ves
que a veces la belleza de alguien puede doler como un golpe, como una bala bien
disparada que te perfora y te deja un hueco que lo único que hace es sangrar?
No, no lo ves, claramente, si a vos te salían corazones de los ojos porque era
la perfección, el sueño, la fantasía encarnada.
Pero yo sí lo vi.
Ah, cómo quemaba, cómo dolía, cómo
perforaba esa belleza. A mí también casi me engaña pero yo sabía, yo sabía
mujer, lo sabía como vos nunca sabés nada. Lo supe siempre y lo sé ahora porque
yo también siento la quemazón, siento el dolor mucho más intenso que nunca.
Porque a mí también me atonta y me duele, porque yo siento lo mismo pero no
dejo que eso quite el hecho de que no estamos hechas para esto.
No estamos listas ni hechas para esa
clase de cosas. ¿No tuviste suficiente? ¿No fue suficiente el mes en el
infierno? ¿Necesitás más? ¿Aún no te llenaste de cicatrices, de golpes, de
dolor, de vacío?
Podrías haber evitado mirarlo, podrías
haberte negado, no hubieses entrado en el juego…podrías, deberías, no hubieses.
Todos condicionales que podrías haber entendido como la mejor opción, pero no,
claro que no.
Te dejaste hechizar por la débil
posibilidad de que semejante Adonis fuese alcanzable.
Nunca lo fue. Nunca fue su intención
hacer otra cosa que no fuese usarte, tenerte como el perrito que sos. Nunca
quiso decirte que sí.
Nunca te van a decir que sí.
Y a ver si a fuerza de tanto
repetírtelo, de tanto pensarlo, de tanto hilar las palabras, una tras otra, una
y otra vez, a ver si lo entendés, no es tan difícil, hasta vos podés hacerlo.
Repetí conmigo, repetí el mensaje.
Repetilo como una terapia de choque para
que te enfrentes a la realidad cruda que no querés aceptar, a la verdad que
siempre supiste, a lo que siempre escuchaste y nunca quisiste creer, repetilo
hasta chocar con la dureza de las palabras.
Que te martille, que resuene por tu
cuerpo de monstruo y tu mente marchita, que golpee por todas partes, que tape
donde hubo una caricia, que reemplace al abrazo hasta que sólo haya un grito
desgarrador que puedas escuchar.
Nunca te van a decir que sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario