4 de abril de 2017. Un día como hoy
hace diez años asesinaban a Carlos Fuentealba durante una manifestación en la
provincia de Neuquén. El maestro, militante y activista sindical estaba
cortando la ruta junto a sus compañeros cuando
José Daniel Poblete, policía provincial, arrojó una granada de gas
lacrimógeno hacia el auto en que se retiraba con sus compañeros. El proyectil impactó
en la nuca de Fuentealba, que falleció a causa de la herida al día siguiente. La
represión a la protesta había sido ordenada por el entonces gobernador de la
provincia Jorge Sobisch. A la fecha, ambos perpetradores, intelectual y material,
se encuentran libres.
Más allá de que se cumpla una década
de este lamentable hecho y de que me parece clave que podamos recordarlo, voy a
usarlo como disparador de un análisis un poco más macro sobre la situación que
estamos viviendo en torno a la educación pública y la figura docente en nuestro
país. Análisis que creo necesario profundizar para sacar del encuadre binario y
sesgado en que se viene dando.
Llevamos ya un mes de conflicto, de
incesante tira y afloje y de paros repetidos y protestas a lo largo y ancho de
la Argentina. El acuerdo salarial parece una utopía mientras los gobernantes se
empecinan en no subir la oferta salarial más allá de un mísero 18% y deciden,
por otras vías, intimidar a los docentes que paran y felicitar a aquellos que
no lo hacen. Debates mediáticos y cabezatermísticos aparte, lo cierto es que
los docentes cobran una miseria que no sube de los $12.500…si hablamos de
alguien que tiene suerte.
Desguacemos. El básico de un docente
asciende a unos cínicos $4240.50. Existen
algunos extras que se suman a este básico: antigüedad, bonificaciones, plus de
profesional, etc. Esta es la parte del sueldo sobre la cual se calculan los
aportes jubilatorios y demás cargas
sociales, es decir, es la parte que importa porque define el monto proporcional
que se destina a estas cajas. Por fuera de las cargas remunerativas existen montos
que se cobran en negro y que no implican ningún cambio más allá de unos pesos
más en el bolsillo cada mes. A cambio, implican reducir el importe jubilatorio
futuro y la calidad de la salud que pueden llegar a recibir los docentes con su
obra social.
Por eso elevar el básico es un
reclamo fundamental y necesario del movimiento docente. Al elevar el básico no
sólo se intenta ganarle a la inflación y recuperar el poder adquisitivo de un
salario que, recordemos, tiene valor alimenticio como cualquier salario de
trabajador puesto que apunta a sostener a la familia: la suba del básico a un
mínimo que tienen el resto de los rubros, y que traspasa los $8000 tiene como
finalidad asegurar una mejor calidad de vida presente y futura. Y además
retribuir el justo trabajo. Ah, ¿que eso al señor Macri no le interesa? ¿Que
qué importa si no pueden vivir con eso y si están cobrando menos que muchos
trabajadores de la economía formal? ¿Que le importa más arreglar con el fútbol
y ser lacayo de los fondos buitres? Gracias por el dato.
Amén de esto hay otros reclamos
válidos y no publicitados por los medios, que solo quieren decir que los
docentes son una manga de vagos ambiciosos que quieren que les aumenten el
sueldo por laburar “sólo” cuatro horas. Error. Trabajan más que eso (correcciones,
preparación de clases, exámenes y trabajos prácticos, preparación de actos,
reuniones en horario extracurricular, contención al alumno, funciones de
madre/padre/tutor/profesional de la salud mental, etc.) y además,
fundamentalmente, ¿quién puede sostener una familia con un aporte tan magro
como $12.500? Si alguien de la audiencia puede le otorgo el Premio Especial de
Economía Doméstica, porque realmente no me parece posible en un contexto de
inflación y pérdida del salario real, es decir, del poder adquisitivo. Pero
volviendo, hay otros reclamos más que justos: mejores condiciones edilicias
para escuelas públicas, mejoras en las currículas, planes de educación integral
dignos del SXXI y sus posibilidades tecnológicas, mejores protocolos de acción
ante crisis, reforma de la modalidad de evaluación, entre otras consignas
ignoradas por tu medio hegemónico de confianza.
Hasta acá lo que se pide. Conciso,
simple, creo que estar en desacuerdo con estas consignas significa ser irremediablemente
un loco o un cínico. No es nada del otro mundo y sin embargo cuánta basura ha
circulado sobre el tema…
Foto: Infobae. |
El verdadero berenjenal pantanoso
empieza cuando queremos analizar las medidas concretas de lucha adoptadas por
los docentes y sus sindicatos, y las respuestas que ha tenido el gobierno en
consecuencia. La información que circula suele ser tendenciosa -oh qué novedad-
y con intenciones bastante explícitas de demonizar una protesta social y obrera
legítima. Y seamos sinceros, que a la CGT no se le plantan así los medios y el
gobierno menos: les tienen miedo. A los docentes no.
Un gran problema es el análisis
superficial de las cuestiones en juego. No he escuchado medios que se dediquen
a analizar el salario como lo hice yo arriba. Vamos chicos, me llevó quince
minutos y soy una estudiante que escribe estas columnas porque ama lo que hace,
sin remuneración. Estoy segura de que si TN, C5N, Telefé y los demás quisieran
podrían tranquilamente disponer del tiempo para ello. Si no lo hacen, es por
algo. Tampoco citan las demás consignas que se salen del salario, y tampoco es
complejo. Menos de un párrafo. Marchen de vuelta a primer año de Periodismo y
dejen su lugar a alguien más calificado y con más ética.
Hay, por otra parte pero creo que
gracias a esto, una demonización de la protesta salarial específicamente
docente que se recrudece y llega a niveles de saña que no he visto con los
demás gremios. Nadie se queja así cuando paran los bancarios y no pueden hacer
trámites o sacar dinero del cajero, o cuando paran los transportes y no pueden
ir a trabajar (no se quejan con ese nivel de odio), o cuando paran los
recolectores de kiwis y les queda incompleta la ensalada de frutas. No. La saña
es específicamente dirigida al cuerpo docente.
¿Acaso les molesta que
un docente cobre lo que se merece no sólo por ley sino por su trabajo real?
¿Cuál es el problema, si cuando Moyano dice que para no se mueve ni una mosca?
Ah, ya sé: que tienen que aguantarse a los niños en la casa y no saben qué
hacer. Comprendo que pueda ser un problema, especialmente para quienes trabajan
doble jornada, pero si los padres apoyaran la causa de sus hermanos
trabajadores docentes en lugar de demonizarla quizás se solucionaría más rápido
y todos contentos. Y si tanto les importa la educación de sus niños, reclamen
políticas integrales al gobierno, ya que estamos. Que la educación no es solo
la ausencia de paro y los niños en las aulas.
Pero también se cometen errores de
concepto cuando se analizan las actitudes. A ver si nos entendemos. Ni Baradel
es la escuela pública ni Macri por sí solo es el gobierno. No tomen la parte
por el todo. Lo que deberíamos discutir en cada caso es la actuación de los
SINDICATOS y las políticas efectivas de los diferentes ACTORES GUBERNAMENTALES.
En mayúsculas para destacar su carácter de colectivo complejo. Personalizar el
debate en representantes sólo lo sesga y lo espectaculariza, dejando de lado
las cuestiones de fondo y desvalorizando el debate en sí.
En cuanto a la queja de por qué no
dejan de parar y hacen una medida de fuerza con los niños en las aulas, se las
dejo simple: porque por más que marchen, si el gobierno ve que las clases se
reanudan y funcionan, el reclamo deja de ser un incordio y pueden ignorarlo
tranquilamente. Parece que lo único que funciona realmente es ponerse áspero,
porque el supuesto diálogo que quieren entablar se convierte en chiste cuando
les ofrecen la miseria que les ofrecen.
Un cierto colectivo solamente está
enojado porque sus hijos no arrancan las clases. A ellos los entiendo, si bien
no comprendo la saña con que evitan que un trabajador reclame por su sueldo
merecido. El peligro es que otra parte del colectivo está vehiculizando un
mensaje mucho más siniestro tras la demonización de la lucha docente: un
cuestionamiento directo al corazón de la educación pública, a su existencia
como institución y como cumplidora de un derecho humano. Y eso sí que me
asusta.
¿Les molesta pagar impuestos para
que gente sin recursos o que sencillamente elige la educación pública pueda
estudiar? Lo lamento, pero así funciona la sociedad democrática, ya que tanto
la defienden: todos aportamos para que todos tengamos la posibilidad de
aprovechar. Porque todos la posibilidad de elegir la pública la tienen. Después
si quieren ir a una privada por voluntad propia es harina de otro costal, pero
la puerta de la educación gratuita estatal nunca se cierra.
Creo que la cuestión no es si fuiste
o no fuiste, si la viviste o no. La cuestión es que no necesitás haber
estudiado en la escuela pública para reconocer su importancia clave dentro de
nuestra sociedad y para emprender su defensa como mecanismo cumplidor del
derecho a la educación. Porque no necesitás haber ido a la pública para
reconocer que aunque la gente no pueda pagarse una educación privada, eso no
significa que no tengan derecho a una educación de calidad.
Si estás en contra de esto, creo que
ni mil páginas de argumentación podrían cambiar tu opinión. Pero terminá de
leer la nota y cerrá el blog sabiendo que tu opinión discriminadora y exclusiva
le puede costar el futuro a muchos pibes que hoy no tienen ni diez años.
Para finalizar, tomen el testimonio
de esta orgullosa alumna de una de las universidades más prestigiosas de
América Latina (y del mundo, me atrevería a decir). Por más que a muchos les
pegue en las ganas de excluir, o en sus escasas ganas de pagar impuestos, las
instituciones públicas tienen el potencial y la virtud para llegar a todos
aquellos que no pueden pagar una institución privada, pero también a aquellos
que pudiendo hacerlo se inclinan a obtener la mejor educación que existe en el
país. Yo soy una de ellas. Podría trabajar y pagarme una universidad privada,
sí. Podría haber quizás haberle pedido ayuda a mis padres para pagar la cuota. Pero
no quise.
Yo no caí, señor Presidente, en la
Universidad de Buenos Aires, yo me tiré de cabeza y muy segura de lo que estaba
haciendo. Y déjeme decirle que no tengo más que amor para la UBA, y no me
arrepiento de mi decisión ni un ápice. No solo me enseñaron a escribir
noticias, o el pensamiento de la Escuela de Frankfurt. Me enseñaron que hay
otras realidades, y a pensar con sentido crítico. ¿Le parece poco, señor Macri?
Pues a mí no.
Si en lugar de decir ridiculeces
acerca de la educación pública se dedicase usted a mejorarla con políticas de
estado coherentes y profundas, no estaríamos teniendo este problema. Pero como
no lo hace, siento que está en mi deber de ciudadana opositora el decírselo. Y
en mi deber de orgullosa estudiante universitaria de la UBA de gritarle las
verdades en la cara aunque usted no me lea. Déjeme usarlo como recurso
retórico, señor Presidente. Eso me lo enseñaron en la UBA también.
Permítame recordarle que usted no es
más un ciudadano de a pie, un empresario del sector privado que puede decir lo
que se le viene en gana sin que importe. Por decisión de mucha gente, entre la
que no me incluyo pero respeto los mecanismos democráticos, es usted ahora el
líder del Estado. Como tal, no puede ponerse en caprichoso o en egoísta y no
pagarle a los docentes porque la educación pública no le interesa. Esa será su
opinión puertas adentro, pero no puede ser una política de Estado; sería una
política resultante en la exclusión de miles de personas y eso no puede pasar
si queremos progresar como país. Usted como líder del Estado tiene la
OBLIGACIÓN de cerrar un trato digno con los docentes y pagarles lo que la ley
estipula. Porque le guste o no, todos tienen derecho a recibir una retribución
justa por su trabajo. Mal que le pese, está en la Constitución Nacional. Es
tarea de usted y de su equipo en todo el país obedecerla.
Es usted ahora nuestro presidente,
señor Macri. Háganos un favor: compórtese como tal.
Increíble...que no haya comentario...
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