10.3.17

Las cosas como son: a dos días del 8M.

Jueves 9 de marzo, 17:25 hs. Entrada del subte A-Estación Congreso rumbo a San Pedrito.
Hombre random: Parece que andan ángeles por acá…
Yo: *mala cara ante el evidente acoso e invasión de mi espacio personal*
HR: Bueno, ángeles con cara de culo…
Yo: Parece que hay gente que no entendió la marcha de ayer, también.
HR: Ah bueno, se sintió tocada, mirala *risas con sus amigotes*
                                                                                                   
            Las cosas por su nombre, eso es acoso callejero. ¿Y qué si me sentí tocada? ¿Y qué si se lo estaba diciendo a otra? ¿Y qué si le respondí? Hacer eso es acoso y el acoso está mal: es, de hecho, un delito recientemente reconocido.  Sentí violentado mi espacio (además me miró cuando dijo la primer frase, y se puso demasiado cerca de mí), mi paz y mi tranquilidad por una persona que evidentemente no entendió nada.
            Las cosas por su nombre: eso es acoso callejero. Y el acoso está mal.

            Las cosas por su nombre: la verdad es que hay gente que parece que vive adentro de un termo. Gente que no se esfuerza por comprender las cosas más allá de lo que ven en una tele, mediadas por enunciadores que inevitablemente tienen intereses. Me considero una mujer abierta, pero se vuelve imposible debatir con personas que quieren negar cualquier cosa que contradiga su versión mediática de la realidad. Que se niegan a escuchar a los verdaderos protagonistas de los hechos porque “la tele dijo otra cosa”, “no sé, en el noticiero no salió”, y “bueno, por algo será que en el diario dicen eso”. Que basándose en una pésima definición de la libertad de expresión dicen barbaridades y después pretenden que no se los haga responsables. Gente que, como el señor random que decidió invadir mi espacio en el subte y reírse por mi reacción, no entendió nada.

            Vengo a testimoniar las cosas por su nombre, desde mi punto de vista: lo que yo viví en la marcha del 8M y mi opinión de los incidentes que pasaron en la Catedral. Mi opinión como feminista, que es lo que creo que soy, como mujer muchas veces violentada por este machismo recalcitrante que tenemos que soportar, y como testigo presencial de la marcha.
            Marché con columnas de todos los colores políticos, de conformaciones variadas, de organizaciones, sindicatos, facultades, murgas y gente autoconvocada. Entre todas ellas me sentí cómoda y tranquila, saqué fotos a mi antojo (que adjunto en un link al fondo del artículo), y me desenvolví en un ambiente muy buena onda y tranquilo. Había mujeres con cochecitos de bebé, niños pequeños, adolescentes, e incluso señoras mayores que me hicieron emocionar con su conciencia feminista y su historia a cuestas. Había hombres, y nadie les prohibía estar, siempre y cuando no quisieran llevar la voz cantante porque era un día para nuestra voz.
            La plaza estaba llena. Hubo un momento en el que había columnas de gente desde Congreso hasta Plaza de Mayo sin interrupciones, todo en armonía y sin incidentes. Pasado el acto general, la lectura del documento y el momento en que todas gritamos juntas, empecé lentamente a volver. Aún había gente entrando a la plaza, columnas hasta la calle Salta, grupos de artistas y performers, y manifestantes que llegaban. Todavía en armonía. La sensación general fue en todo momento de unidad y de fuerza, de profunda conexión a pesar de las diferentes individualidades que podían encontrarse.
            No llegué a ver los incidentes, pero me parece importante contar un lado de la historia tapado por el tratamiento limitado, vergonzoso y tendencioso que hicieron los medios. Porque si vamos a creerle a Intratables, que le da cámara a un neonazi pero no a las víctimas de violencia institucional y provocación de grupos radicales genocidas, estamos más que al horno.
            El individuo Ignacio Montagut es miembro del partido Bandera Vecinal, el partido nazi más sonado de nuestro país, liderado por el nefasto Alejandro Biondini, un reconocido neonazi. Quizás recuerden a Biondini porque fue partícipe de incidentes en el 30° Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata en el año 2015, cuando decidió que estaba bien faltarle el respeto a la causa de las manifestantes con su ideología racista y discriminadora.
            Pero volviendo a Montagut, que además cuenta con amiguitos tan lindos como Franco Ponce (denunciado por emborrachar y abusar de una menor de 15 años), fue conocido porque organizó el “chotazo” en oposición al Tetazo de hace semanas, y porque es quien difundió la imagen, dirección, teléfono y demás datos personales de la chica que había pintado un patrullero con témpera lavable. No contento con eso, la amenazó de muerte y violación. 
[Me pasaron el dato de que esta persona se identificaría como “Asesor de Comunicaciones” para Patricia Bullrich en su perfil de LinkedIn, que no pude chequear de manera contundente. Si esto es así, sería muy bueno que los funcionarios de nuestro gobierno revisen por qué están interesados en contar con gente de este tenor en sus filas cuando hay jóvenes muy capacitados que no tienen ideas genocidas ni se dedican a buscar roña en marchas pacíficas]
            Luego de las 21, aproximadamente, cuando la mayor cantidad de gente se había retirado de la Plaza de Mayo y la marcha estaba casi desconcentrada, este individuo se apersonó con una bandera papal a provocar a las manifestantes y chicanearlas con evidente mala intención. Acto seguido se generaron incidentes y cuando apareció la policía, arrojaron gas pimienta sobre las manifestantes, las golpearon, y se las llevaron detenidas con toda brutalidad. A él, al macho provocador, al impune neonazi, no le preguntaron ni su nombre. Y encima hay que aguantar que le den cámara para decir que es un pobre individuo que fue a bancar la causa de las mujeres (sí, dijo eso en Intratables, lo escuché yo misma).
            Para quien no parezca quedar en evidencia la relación o todavía piense que no es una acción maligna, paso a explicar con un poco más de detalle. Y como lo que voy a decir ahora está documentado, todo quien quiera aprender más sobre el tema puede googlearlo a su antojo.
            Ah y antes que lo digan: no, no está bien que lo golpeen, no está bien la violencia, no están bien las pintadas. Pero: A, puedo entender la bronca de las feministas contra un tipo de este calibre que buscaba pelea; B, ¿realmente les sigue doliendo más una pared que una mina muerta? Revisen sus prioridades y después charlamos.
            La Iglesia Católica se ha dedicado, a lo largo de su historia y con bastante crueldad, a menospreciar a las mujeres y a perseguirnos por todos los frentes posibles, y si solo me refiero a esta institución es porque es la que más influyó en Occidente y sobre todo en América Latina. Nos declararon brujas y nos quemaron; nos enclaustraron; nos mutilaron; nos impidieron decidir sobre nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestras profesiones; nos impidieron el acceso al saber y a las posiciones de poder y luego se burlaron por nuestras pocas contribuciones a la ciencia y la sociedad; nos trataron de asistentes del Diablo, prostitutas de todos los demonios y demás títulos cargados de malicia; metieron sus crucifijos en nuestros sistemas reproductivos y no dejaron que la decisión sea nuestra; nos obligaron a parir con dolor porque su mito creacional así lo sostenía; nos aleccionaron a ser sumisas y obedientes, virtuosas y delicadas, condenando lo que salía de ese estereotipo; nos violaron en cuerpo, mente, y alma. En sí, nos trataron como seres inferiores, indignas de respeto, despojadas de humanidad. Menos que animales.
            Dicho esto vemos entonces que la Iglesia Católica no es una institución muy querida para las feministas, con razones de sobra. Si todos entienden que el colectivo Black Lives Matter se enoje al ver banderas de la Confederación Estadounidense que representa la esclavitud y el racismo, o que los sobrevivientes del Holocausto se enfurezcan si aparece alguien con una esvástica en su manifestación, ¿qué es lo difícil de entender acá? El pibe se paró con una bandera a defender a la institución que por siglos nos oprimió, ¿y no tenemos derecho a enojarnos? ¿Cómo pretenden que reaccionemos con dulzura frente a alguien que le falta el respeto a nuestra mera existencia? ¿QUÉ ES LO QUE NO ESTÁN VIENDO?
            Es el machismo en su máxima expresión: sos mujer, tenés que reaccionar bien aunque te falten el respeto porque tenés que ser sumisa y no tenés derecho a hablar. Es peor una pared pintada que tu sangre en el piso. Es peor que le rompan la bandera al militante neonazi que el hecho de que 20 compañeras sufran violencia institucional. Es peor que la catedral sufra destrozos (que NO sufrió porque estaba vallada) que el hecho de que la policía haya golpeado, maltratado, y encarcelado a toda mujer que andaba por ahí, SIN causa probable. Sos mujer, callate. Sos mujer, tu vida no vale. Sos mujer, seguí sonriendo aunque te hayan bajado toda la dentadura de una patada.
            Las cosas por su nombre: eso es violencia institucional. Pueden leer los testimonios que andan circulando por Facebook, lamentablemente no puedo consignarlos todos porque no me leería nadie y la idea es que sí. El Observatorio de la Violencia Institucional ya está trabajando al respecto y esto no va a quedar acá.
           
            Para terminar con este texto cargado de furia y dolor, los quiero invitar a reflexionar sobre algo. Nos llaman feminazis, cuando nuestro colectivo pretende equidad, igualdad de derechos, una sociedad más justa y armónica. Nos llaman feminazis faltándonos el respeto y tratándonos de locas e histéricas, como vienen haciendo desde que el mundo es mundo y el macho nos teme. Y lo triste e irónico es que a gente como Biondini y Montagut no tienen los huevos de llamarlos por su nombre, y dicen que son militantes de partidos “de extrema derecha”. Ah no, eso sí que no. Son NAZIS. Ellos SÍ son nazis, y no tiemblo en decirlo. Ellos sostienen una ideología racista y discriminatoria, basada en la supremacía aria y machista, viéndonos como inferiores no solo a las mujeres sino a varios colectivos sociales y étnicos. Entonces, ¿en qué quedamos?
            Yo quiero la igualdad, ellos la opresión. ¿Quién es el nazi?
            Ganemos la batalla simbólica y digamos las cosas por su nombre: los nazis son ellos, no nosotras.


Link a las fotos que tomé en el 8M, testimonio de una marcha hermosa, pacífica y llena de vida: https://www.flickr.com/photos/pochoclocosmico/


Si estuviste en la represión como testigx o fuiste detenidx o reprimidx, por favor acercate a Procuvin en Perón 667 o llamá al +54 9 11 5143-0803; la UFEM y Procuvin están tomando denuncias de manera conjunta. Por favor, acercate.

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