28.10.14

No confundamos los tantos.

      El caso de Casey Wander marcó agenda, eso sin duda. Es que a todos nos resulta un poco raro ver a un pibito de once años deshaciéndose lo más pancho en elogios hacia algo tan complejo de analizar como lo fue y lo es aún el kirchnerismo. Pero pisemos el freno: que nos resulte raro, o chocante, o sorprendente, o la mar en coche, no nos da derecho a portarnos como animales. No nos autoriza a mandarle tweets irónicos o insultantes, no nos autoriza a decirle de todo y a exponerlo por Internet como si nada. Si tenés veinte años y criticás a un nene de once por "hacer cosas estúpidas", pero al mismo tiempo te burlás en vez de argumentar como la gente, me parece que tenés que callarte y chequear tu posición.
      Yo tampoco creo que el chico piense eso por sí mismo. A los once años no terminamos de entender ni de chiste el entramado del aparato estatal, ni el funcionamiento del sistema democrático (mucho menos sus vericuetos y desilusiones), ni cómo carajo se gobierna un país, cosa que en realidad se aprende sobre la marcha -si te toca hacerlo- porque nadie te lo puede enseñar. Aunque haya muchos twitteros, facebookeros, y pobres diablos que se hacen los que saben, y pretenden tener la verdad cuando, con suerte, tienen una opinión. Y digo con suerte, porque a veces sólo tienen discursos mediáticos empobrecidos.
      Tampoco me parece bien el adoctrinamiento de un chiquito de once años cuyos compañeros quizás ni saben el nombre de la Presidente. No estoy en contra de que se formen una opinión, pero inculcársela a la fuerza me da tanto asco como la imposición de la religión cuando son demasiado chicos como para pensar si la quieren aceptar o no. Primero hay que entender, además, el funcionamiento del sistema político para después aceptar tal o cual postura. Aún en edad de votar a veces se dificulta elegir, delinear la ideología del futuro gobernante. No es joda. Ah, y digo ideología porque TODOS la tenemos, si no es común hacerla consciente (la opción más razonable, porque si la hago consciente la puedo revisar y replantear) es otra cuestión.
      Si el chico repite como un loro es algo que a priori no podemos saber. Para ello deberíamos conocerlo y conocer a la familia, y ése es un trabajo que nadie se va a tomar (seamos realistas). Pongamos que es mitad repetición y mitad opinión, o repetición pura, o cualquier cosa: tiene derecho a decirlo y punto. Y acá hay dos aspectos que creo fundamentales acerca de los que saltaron a censurar. Una es que son los mismos hipócritas que en nombre de la libertad de expresión defienden a Clarín y La Nación, y callan al resto a gusto y piacere sólo porque no coincide lo que dicen los demás con lo que piensa su cerrada cabecita. Si la libertad de expresión existe, mal que les pese es para todos. Dos, es que al mismo tiempo que critican a Casey por repetir como un loro, ellos mismos repiten discursos mediatizados e institucionalizados sin darse cuenta. Es decir: el muerto se ríe del degollado. ¿Vieron que ustedes también repiten como loros?
      Por eso digo que no confundamos los tantos. No le echemos la culpa a nadie más que nosotros mismos si la sociedad está llena de gente hipócrita y violenta: significa que pensamos poco antes de hablar o actuar. Empecemos a hacernos cargo de lo que decimos o hacemos, a ver si cambia la cosa. Si enarbolamos la bandera de la libertad de expresión, no pretendamos después horrorizarnos ante la opinión diferente. Y si decimos que alguien tiene lavado el cerebro, primero preguntémonos si no lo tenemos lavado nosotros.

2 comentarios:

  1. Comparto la idea de no apuntar contra ninguna persona que expresa su opinión pero quiero darme el beneficio de la duda sobre este episodio: ¿real o ficción?

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    1. Yo también lo dudo eh! Pero en realidad quería pensar más en la gente que sale a hablar sin saber y a insultar por todo, más que en el caso del chico que creo que nunca vamos a terminar de saber hasta qué punto era qué cosa

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